Tras ser dado de alta, Aurelio es contratado por la colonia para cuidar a cuatro pacientes: Kiki, quien sólo sabe decir «jamón»; Miguel, quien tiene la costumbre de desnudarse en cualquier lugar; un hombre anciano que nunca habla y a quien nadie visita; y Paco, quien sólo quiere cantar canciones
rancheras y hablar de su guapa novia. Aurelio lleva un diario como parte de su tratamiento psiquiátrico y es gracias a lo que escribe día con día que conoceremos a «las larvas», como él les llama.
Un día Aurelio se entera de que habrá kermés en el pueblo y logra, con mentiras, convencer al doctor Quesada de que los deje salir, pues su misión es introducir a «las larvas» en los placeres del cuerpo llevándolos al burdel que visita con regularidad. Esa misma noche tres de ellos se pierden. Con Kiki como su única compañía, nuestro protagonista emprende la aventura de encontrar a los tres desaparecidos para volver con
todos a la colonia.
Con humor, cariño y mucha ternura, Verónica Langer construye un universo en donde la inocencia enmarca la posibilidad de conocer el poder de la amistad, del amor y de la redención.